top of page

mié 21 de nov

|

Teatro Obrero de Zamora

Ricardo Herrera Ensamble en Zamora

Concierto Extensión del 30° Festival de Música de Morelia "Miguel Bernal Jiménez", a cargo del Ensamble en Teatro Obrero de Zamora, Michoacán

Se ha cerrado la posibilidad de registrarse
Ver otros eventos
Ricardo Herrera Ensamble en Zamora
Ricardo Herrera Ensamble en Zamora

Horario y ubicación

21 nov 2018, 7:00 p.m.

Teatro Obrero de Zamora, 5 de Mayo, Jardines de Catedral, Centro, 59670 Zamora de Hidalgo, Mich., México

Acerca del evento

Este concierto extensión fue nuestra primera –y por el momento única– participación en el Festival de Música de Morelia "Miguel Bernal Jiménez". El Festival de Música es un festival anual de carácter internacional y de gran prestigio en la ciudad de Morelia, que se celebra cada noviembre en la misma y en otros municipios del estado, y que tuvieron a bien incluirnos en su programa de extensiones en su edición trigésima.

La solicitud de participación se presentó ante la coordinación de extensiones del Festival de Música. Recién entregada la propuesta, inicialmente se me advirtió que ese año un recorte presupuestal para el departamento se traduciría en extensiones limitadas, y que los grupos y colaboradores para extensiones ya habían sido confirmados y la convocatoria, por tanto, cerrada. 

Sin embargo, ocurrió lo inesperado: el CRAM (Centro Regional de las Artes), un importante centro de divulgación y educación artística que tiene su cede en Zamora y que ha sido sede de extensión en ediciones anteriores, solicitó al festival una participación, abriendo una oportunidad que nos fue otorgada gracias al esfuerzo y la colaboración de la Mtra. Mónica Ochoa (entonces directora del CRAM) y el Dr. Juan Antonio Barajas (entonces coordinador de extensiones). La parte más increíble de este evento es que tendría lugar en el Teatro Obrero de Zamora –aparentemente administrado por el CRAM–, un hermoso recinto que sinceramente jamás pensé que podría utilizar a tan sólo 2 años de carrera artística discográfica.

Por la espontaneidad de la propuesta –esto sucedió a finales de octubre–, pocas fechas disponibles había en el calendario cultural del CRAM ya establecido; así que se nos otorgó un miércoles 21 de noviembre del 2018, teniendo entre el día de confirmación y la fecha del evento un mes de anticipación para la organización del mismo, ensayos grupales y toma de fotografías del ensamble. Para entonces, el ensamble y yo ya nos habíamos presentado en vivo en Auditorio Nicolaita el 27 de Septiembre, recibiendo afortunadamente muy buena audiencia y muy buena respuesta por parte de la misma.

Fue complicado organizar a todos y encontrar fechas y horarios en los que todos pudiesemos coincidir para ensayos y la sesión fotográfica que por ley teníamos que proporcionar a los diseñadores del Festival como requisito para la publicidad del evento. Freddie nos prestó su casa –o bien, el pequeño apartamento que renta como estudiante foráneo del Conservatorio de las Rosas– para ensayar, pues convenientemente está en el centro histórico de la ciudad; asistimos todos a excepción del compañero Ruelas, que esa semana se encontraba fuera de la ciudad. Nos quedamos practicando en conjunto quizá unas 3 horas o más, pues el entusiasmo estaba presente y también la responsabilidad era grande. Mientras tanto las fotografías fueron tomadas en el Centro Cultural Universitario de la U.M.S.N.H. con una cámara digital telefónica –pues era con lo que contábamos– y posteriormente, para poder incluír al Mtro. Santamaría –y como consideraron insuficiente la calidad de las primeras fotografías–, en un aula del conservatorio que encontramos vacía, con el apoyo del Arq. Luis Alberto Godinez, esta vez con cámara fotográfica profesional.

El plan de logística a seguir el día del evento comenzaba por partir al mediodía de las oficinas del Festival de Música como punto de encuentro en el transporte oficial del festival con destino a la ciudad de Zamora; sin embargo llegamos todos con demora pues no contemplábamos una manifestación que tomó la mitad de la Av. Madero (la principal de la ciudad) y congestionó terriblemente el tránsito vehicular; en el camino una vez que bajé de la combie, me encontré en la esquina de Galeana con Allende al mtro. Efrén Capíz, jazzista michoacano al que admiro enormemente; lo saludé rápidamente –pues él también se veía en un apuro– y continué corriendo a las oficinas. Al llegar, me saludaron el Dr. Antonio Barajas y la Dir. Ejecutiva del Festival Corina Arellano, que también intervino en la decisión de otorgarnos la extensión y quien amablemente nos deseó la mejor de las suertes. Mis colaboradores fueron llegando después y también con problemas, especialmente Lily que cargaba con 3 instrumentos –uno de ellos bastante pesado–; el Dr. Barajas y los 2 choferes designados nos perdonaron la demora dada la condición vehicular de la ciudad en ese momento.

Partimos a la 1:00 de la tarde en 2 vehículos oficiales del festival (uno para los organizadores y otro para los músicos) y llegamos a la ciudad de Zamora 3 horas después. Nos fuimos algo apretados en el primer automóvil, pues la familia de Lily cambió de plan a último momento y tuvo que venir con nosotros, y el mtro. Freddie me pidió que Angie Magaña (su pareja) nos acompañara; sin embargo el viaje fue placentero y de alguna forma incluso relajante. Germán quedó profundamente dormido en el camino. En el otro vehículo (una camioneta) viajaban el Dr. Barajas, los miembros del personal de extensiones (gestor, orador, fotógrafo oficial) y Danni López –pues ya no cupo con nosotros en el automóvil– junto con los instrumentos, insumos y demás equipaje en la caja.

Al llegar a Zamora quedó manifiesto mi poco conocimiento del lugar –pues esa era mi primera visita–, especialmente frente a Angie Magaña quien es originaria de un pueblo cercano y lo conoce naturalmente mucho mejor; me sentí avergonzado, aunque un poco después me admití abiertamente turista y me dejé sorprender por la ciudad. Llegando al CRAM descargamos todas las cosas (instrumentos e insumos) en las bodegas del teatro, que está justo a un costado. Apenas entré por primera vez al teatro quedé impresionado por su monumentalidad, llamando mi atención el increíble cielorraso; y no suficiente con esta primera impresión, encontré en plena labor –y por fin conocí– al Mtro. José Iriarte, el ingeniero pianístico y afinador de mayor renombre en todo el estado (y quizás en el país), y aparentemente el único autorizado por el estado para afinar el piano del Teatro Obrero: un hermoso Yamaha de 3/4 de cola, con un sonido dulce pero potente y un teclado afortunadamente suave.

Comenzamos enseguida con las pruebas de sonido. El personal de sonido del teatro nos dio un trato excelente y nos apoyaron a lo largo de la misma; además, el teatro está realmente bien equipado, así que diría que nuestro rider y nuestras necesidades técnicas quedaron no solo suficientemente satisfechas sino rebasadas: el CRAM nos proporcionó no solo toda la microfonía necesaria sino también colmó a mis guitarristas de atriles y hasta puso a nuestra disposición una batería, lo que nos ahorró tiempo de ir por el instrumento de Danni (originario de Jacona, cercano a Zamora y donde tenía su batería). Nos sentimos, en general, bienvenidos.

Como ya habíamos llegado algo tarde y la prueba de sonido fue extensa, en realidad no tuvimos mucho tiempo libre para pasear y ser turistas por la ciudad. Apenas terminó la prueba, nos fuimos a comer a un lugar cercano denominado "La Pantera Rosa", un restaurantito cuya especialidad son cortes de carnes rojas; la decisión del lugar fue, claro, por parte del Festival y por tradición zamorana, pues resulta que es un mesón muy popular, un destino gastronómico en zamora. Compartimos mesa, por supuesto, con los miembros organizadores del Festival que acompañaron al Dr. Barajas. Los miembros de mi ensamble estaban entusiasmados por probar la carne asada de "La Pantera Rosa" y totalmente complacidos una vez que terminaron su plato. Conociendo mi intestino nervioso, ordené solamente un par de quesadillas que acompañé con aguacate, mientras observaba asombrado cómo el amigo Freddie terminaba su plato en cuestión de 6 minutos. Encontré a mi madre y mi tío en la mesa siguiente del mismo mesón.

Satisfechos, regresamos al imponente teatro dispuestos a librar el concierto extensión pues la hora de inicio del evento ya se acercaba. Prácticamente todo estaba ya preparado y era sólo cuestión de cambiarnos, arreglarnos y salir a escena para presentarnos; sin embargo, debo admitir, los nervios me comían vivo. Me percaté antes de salir a escenario que la audiencia era notablemente baja en cantidad –situación que por alguna extraña y ridícula razón me pone nervioso– y caí en la cuenta de que, pese a que puse un anuncion en circulación, la publicidad del evento que hice por mi cuenta –confiado del impacto que tiene el Festival– fue insuficiente.

Sin embargo, el mtro. Freddy –quien me triplica la experiencia– me aconsejó que principalmente lo disfrutara y así, dijo, valdría la pena. Lily también notó mis nervios y se acercó para brindarme de todo corazón su apoyo moral. Por segunda ocasión Lily tuvo la valentía y tenacidad de tocar en vivo 3 instrumentos diferentes. Decidí otorgarle la entrada al mtro. Freddie para que improvisara en solitario con su saxofón durante un par de minutos, tras lo cual, entraría yo en el piano con una de mis favoritas en la misma armadura (Do Mayor). Porté una guayabera, misma que usé en la boda de mis primos Adrián Farías y Erika Concepción, que combina formalidad y casualidad. Llamaron cada 5 minutos; dieron la tercera llamada, y presentamos el programa siguiente:

  1. Sax solo – Freddie Santamaría
  2. "Ven Conmigo" – solo piano
  3. "Catedral" – con Danni López y Germán Ruelas
  4. "Día del Sol" – con Danni López y Freddie Santamaría
  5. "Notas Matutinas" – con Lily Hurtado
  6. "Lux" – con Lily, Freddie, Danni y Germán
  7. "Templanza" – con Lily Hurtado y Danni López
  8. "Gratitud" – solo piano

Esta vez sí que contamos con monitores en escenario, los cuales son realmente muy útiles para que nos podamos escuchar en el escenario entre nosotros mismos y tocar mejor. Ellos siguen al baterista, el baterista ocupa un monitor para escucharme a mí, y yo un monitor personal para escucharme a mí mismo y a todo el ensamble; y lo juro, se escuchaba impresionantemente, en ninguna otra ocasión había escuchado cuarto similar para los instrumentos, especialmente la batería que resonaba espectacular; admito que, aunque los nervios no se apagaron, eso sí que me motivó y me posibilitó el disfrute. Tampoco contaba con un micrófono para hablar –sólamente el orador que nos presentó por parte del Festival– así que una vez más alcé la voz para agradecerles reiteradamente al público zamorano –y moreliano– por su asistencia, y la acústica tan sorprendente que acabo de describir hizo el resto para distribuirla.

Mi familia (madre, hermana y tío) hicieron el viaje desde Morelia a Zamora, también la familia nuclear de Lily (sus padres y hermano). También fueron al evento los familiares de Danni López desde Jacona –que se encuentra razonablemente más cerca–, sus padres, hermanos e incluso una sobrina pequeña, y algunos familiares de Angie Magaña. Me sorprendió darme cuenta de que entre el público, naturalmente en su mayoría zamorano, se encontraban morelianos que habían asistido antes a conciertos y recitales del mtro. Freddy y míos, como nos lo hicieron saber después del evento al acercarse a nosotros.

El técnico de sonorización nos comentó que había contado 255 personas, lo cual es la capacidad aproximada de otros teatros como Auditorio Nicolaita o Auditorio de la CSAM, que se han visto llenos de cupo con esa misma cantidad; aunque, claro, en un teatro con capacidad para 850 personas parecía poca cantidad, sin embargo el dato me dejó un poco atónito. Al final razoné que, aunque estuvimos lejos de llenar el teatro, no podría clasificar una audiencia de 250 personas como baja audiencia; y me recordé una vez más que no es la cantidad, sino la calidad de su recibimiento, lo que importa realmente.

El público se mostró satisfecho con nuestro evento, aunque el muy torpe dormí pocas horas la noche antes del concierto elaborando discos a mano para poderlos vender, lo cual combinado con los nervios tiene cierto poder de disminución de mi precisión motora. Aunque dí el máximo de mí pese a los nervios me aterra todavía haber fallado en la interpretación, y es algo que aún me reprendo. Sin embargo, como escribí, el público se mostró satisfecho y agradecido así como los mismos organizadores, y una vez más, por supuesto, el profesionalismo de mis acompañantes del ensamble salvó y ensalzó la noche. 

Posteriormente en el camerino, el Dr. Barajas me explicó que su labor consistía en hacer prácticamente otro festival en los municipios beneficiados por extensiones, con un presupuesto limitado comparado al destinado para la capital; me dí cuenta de que el festival quizás no tiene el mismo impacto publicitario en otros municipios, y que la labor personal de difusión debe ser mayor en esos casos.

A diferencia de eventos pasados en el Centro Cultural de la Universidad Michoacana en que se nos obsequia un ramo floral, la Mtra. Mónica Ochoa esperó paciente el final del evento, se levantó de entre las primeras filas del público, se presentó como la Directora del Centro Regional de las Artes, nos agradeció amable públicamente por la presentación, invitó al Dr. Barajas a pasar al escenario para acto seguido entregarnos un reconocimiento de participación a nombre del Festival de Música de Morelia. Me enteré que esa noche sería la última en que la Mtra. Ochoa fungiría como Directora del CRAM; el Dr. Barajas me pidió en privado que le dedicara el recital y accedí, quizás no tanto por la presión en el momento de dos organizaciones culturales importantes, sino porque, pese a lo poco que la conocí, estuve consciente de que gran parte de que Teatro Obrero nos abriera las puertas fue gracias a ella, pese a mi poca trayectoria artística, y asumí que el resto de su mandato se dedicó también a apoyar las artes locales.

Nota personal: Llamé 'licenciado' al Dr. Barajas durante todo nuestro trato –yo desconocía por completo su grado de estudios y me parecía descortés preguntar– hasta que la Mtra. Mónica lo llamó para invitarlo a pasar al escenario en la entrega de este diploma, momento en el cual se me caía la cara de vergüenza... sin embargo él no parecía estar molesto, a decir verdad cortésmente no me corrigió en ningún momento. Tras la entrega del reconocimiento, la Mtra. Ochoa se despidió del cargo de directora, y –aunque en ese momento yo no lo habría sabido–, también el Dr. Barajas de su cargo como coordinador de extensiones en la edición 31 del Festival. A partir de la ausencia de estas dos personalidades en sus respectivos cargos anteriores, ya no me fue posible participar en el Festival de Música de Morelia en la siguiente edición.

Nos despedimos de todos antes de retirarnos del lugar; agradecimos a todo el personal que nos recibió y ellos... nos agradecieron de vuelta, dijeron que esperaban muy pronto nuestro regreso y que nos bienvendrían de la misma forma; tuvieron muchas atenciones con nosotros. Mi familia se hospedó en Zamora una noche y prefirieron regresarse a la mañana siguiente. Lily se retiró con su familia en el viaje de regreso en su vehículo familiar, el resto de nosotros regresamos a Morelia en los vehículos oficiales. Tuvimos una charla amena entre nosotros antes de que ellos cayeran dormidos (yo no tuve por mayor el sueño porque iba en el asiento del copiloto en un viaje nocturno).

Llegamos a Morelia a la 01:30 de la mañana siguiente. De ahí cada quien tomó su camino: Germán y Danni compartieron transporte, Freddie y Angie insistieron en irse caminando desde el centro, a todos les pedí que me confirmaran al llegar a salvo a sus domicilios; en cuanto a mí, el Dr. Barajas ofreció llevarnos a mí y a sus compañeros de trabajo hasta la puerta de nuestras casas por el obvio cese de circulación del transporte público a esas horas. Yo fui el último. Le agradecí quizás unas 100 veces más y me dijo que me otorgó esta oportunidad tras considerar que mi obra era digna del Teatro y digna del Festival. Lo consideré un halago. Le obsequié 2 copias físicas del proyecto y entré a mi morada. Me llegaron las confirmaciones de todos: "En casa", bendito Dios. Pasé unos minutos al teléfono con Lily y ambos nos retiramos a dormir.

Me sentí agradecido por finalmente haberme presentado en tan imponente teatro que, desde esa ocasión, considero mi favorito personal en toda la República –aunque... no confundir, por supuesto que no me he presentado en todos los teatros de la República– y deseo regresar desde entonces. Representó mi primera presentación foránea, es decir, externa a mi ciudad de origen, en mi segundo año de trayectoria. Pregunté a mis colaboradores, pues la opinión de mi ensamble es de gran importancia, y los noté felices de regresar a una ciudad que tanto les gusta (en el caso de Angie, Freddie y Danni que ya conocían Zamora) o bien de conocerla por primera vez (en el caso de Ruelas, Lily y mío). Germán me confesó sentirse personalmente realizado de haber podido tocar en vivo en ese teatro –y comparto el sentimiento–, y confieso que me alegré bastante a decir verdad de verles disfrutar tanto su degustación en "La Pantera Rosa" (son mucho más fanáticos de la carne que yo).

Quien quiera que me esté leyendo, si ha llegado al final de esta tan larga letanía, Gracias. Y en palabras del Mtro. Juan Fuerte: Bendiciones y Luz en tu vida. 

Compartir este evento

bottom of page