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jue 27 de sep

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Auditorio Nicolaita

Dominó | Recital de Piano

Recital de Piano, reinterpretación de los títulos del álbum "Una Carta" (2017) y presentación de los títulos del álbum "Dominó" (2018), en el marco del 25 Aniversario del Centro Cultural Universitario de la U.M.S.N.H.

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Dominó | Recital de Piano

Horario y ubicación

27 sep 2018, 7:00 p.m.

Auditorio Nicolaita, Av Francisco I. Madero Pte 350, Centro histórico de Morelia, 58000 Morelia, Mich., México

Acerca del evento

El Recital de Piano "Dominó" consistió en el estreno en vivo del 2° álbum de mi discografía, intitulado Domino, con los músicos intérpretes que participamos en su elaboración. El programa combinó material de los dos álbumes Una Carta (2017) y Domino (2018), con énfasis en este último que se estaba presentando al público por primera vez. Este evento se celebró en el marco del 25 Aniversario del Centro Cultural Universitario.

"Dominó" es un álbum de música instrumental que constituye mi segundo material discográfico; está integrado por siete piezas dentro de los géneros clásico-contemporáneo, smooth-jazz y solo piano, entre las que se incluyen la primera pieza que compuse (Domino) y, en mi muy personal opinión, mi opera prima (Gratitud). La elaboración del proyecto se llevó a cabo entre los meses de julio y septiembre de 2018, y el producto terminado se publicó de manera independiente en la misma fecha de este evento.

La propuesta de evento se presentó mediante solicitud ante la Lic. Lorena Andaluz Gascón, entonces directora del Centro Cultural Universitario, y quien afortunadamente tuvo a bien incluirnos a la brevedad tras haber reunido algo de trayectoria profesional, especialmente en ese mismo recinto. Nos otorgó el día jueves 27 de Septiembre de 2018.

Debido a que Danni López (baterista original del proyecto) se encontraba ocupado en esas fechas con el festival Visiones Sonoras, invité al arquitecto Julio César González, colega y amigo mío, a colaborar esta vez con nosotros, aunque a sabiendas de que le sería difícil porque él prefiere interpretar con su propia batería y eso le implica transportar su instrumento (o conjunto de instrumentos) toda vez que participa en una presentación; además en esa época él laboraba en Pátzcuaro como residente de obra. Pese a las dificultades expuestas él accedió amablemente.

La noche anterior al recital trasladamos entonces su batería al almacén del centro cultural que nos permitieron usar, para de esa forma tenerla cerca y facilitar la instalación el día del evento. Esa misma noche se presentaba la Orquesta de Cámara de la Universidad Michoacana, su evento le antecedía al mío en el programa de la semana de aniversario de ese año; así que tras guarar el último atril de la batería nos llamó la atención la música y nos quedamos al resto de su presentación, de pié y en el umbral de la puerta del auditorio (ya no había lugares disponibles).

Aunque la experiencia de solicitud el año anterior me había dejado un sabor agridulce en boca, mientras recorría el auditorio regresaba a mi memoria la satisfacción que me había dado presentarnos ahí y el particular cariño que le guardo al lugar; se ha convertido en mi recinto favorito en la ciudad. La del evento fue una fecha ajetreada para todos; como tenían compromisos previos o habían tenido contratiempos, sólo estuvieron unos minutos en la prueba de sonido y en diferentes momentos; aunque en ejercicio de su profesionalidad conté con su presencia en el recital.

Me quedé a solas practicando en el Petrof y aunque mi plan era continuar hasta la hora del recital el ing. Carlos Castillo, el técnico de sonido del lugar, me invitó a unirme con ellos en la comida; me senté a la mesa con el personal del centro cultural y amablemente me extendieron un plato. Fue cómico –me permito decir– porque la ocasión llegó a parecerse más a un concurso de tolerancia al picante; aunque sí sufrimos por unos minutos admito que el platillo tenía buena sazón. Les agradecí por la comida, tanto al retirarme de la mesa como posteriormente en el recital públicamente desde el escenario.

Esa noche me acompañaron en el escenario Liliana Hurtado –quien tuvo la valentía de acompañarme con 3 instrumentos (guitarra, bajo y ukelele)–, Freddie Santamaría en el saxofón, Germán Ruelas en la guitarra y Julio González Castro en la batería. Fue un honor compartir escenario con ellos. El programa combinó material de mis primeros dos álbumes, de la siguiente forma:

  1. "Catedral" (Una Carta, 2017) – con Julio González
  2. "Día del Sol" (Domino, 2018) – con Freddie Santamaría y Julio González
  3. "Ven Conmigo" (Una Carta, 2017) – solo piano
  4. "Notas Matutinas" (Una Carta, 2017) – solo piano
  5. "Lux" (Domino, 2018) – con todo el Ensamble
  6. "Templanza" (Domino, 2018) – con Liliana Hurtado y Julio González
  7. "Gratitud" (Domino, 2018) – solo piano

Mi tío materno, el Lic. Raymundo Herrera –quien ya ha tenido experiencia como locutor– pidió al centro cultural prestar su voz al servicio del evento y por lo tanto él fue quien me presentó y me introdujo al inicio del recital desde cabina. Aunque una demora en el discurso de presentación me confundió y me hizo salir al escenario antes de lo esperado y esperarme, los nervios previos a la interpretación se disolvieron cuando ví que el trabajo de publicidad del evento –que incluyó promoción digital, pancartas impresas e incluso un anuncio y entrevista en el programa EscuchARTE de Radio Nicolaita– había rendido sus frutos; me levantó el ánimo realmente notar que la audiencia superaba la capacidad del propio auditorio. Incluso la iluminación era diferente, el teclado del Petrof resplandecía brillante cual arco iris con la luz borravino de los reflectores.

Como ese mismo día se realizaba un congreso de estudiantes en el centro cultural me hacía falta un monitor en escenario porque se estaba utilizando en dicho evento, por lo que poco podía oír de mi propio instrumento. Aunque mi interpretación de esa noche no fue la mejor, mis colaboradores fueron muy profesionales en sus intervenciones y el público se mostró agradecido y entusiasta. Les agradecí por su atención y su asistencia tantas veces como consideré preciso; no contaba con micrófono para hablar, así que tan solo hablé fuerte y claro, y la grandiosa acústica del lugar hizo el resto para distribuír mi voz.

Nuevamente tuvieron el cálido detalle de obsequiarme un ramo floral al final de mi interpretación y, como el año anterior, saqué y entregué una flor para cada uno de mis compañeros. Decidí que quería repetir esta práctica con mis colaboradores cada vez que se me obsequiara un ramo floral en escenario, como muestra de agradecimiento. Se celebró un brindis al término del evento al que nuevamente el público fue invitado.

En el brindis celebrado en la planta alta del centro cultural me encontré con amigos, mis ex-compañeros de la lic. en GeoCiencias, en camino de congregarse como mi público más asiduo y con quienes incluso tuvimos una fotografía grupal esa noche; mis ex-pupilos del Taller de Matemáticas a los que asesoraba anteriormente como docente en la Preparatoria Rector Hidalgo (misma donde estudié); y mi familia, que –me dí cuenta después– estaba organizando el propio brindis. 

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